sábado, 8 de noviembre de 2014

Peso muerto


Motorola Moto G, 4.5 pulgadas de pantalla, 1Gb de Ram y otros 8 de memoria interna; cámara trasera de 5 Megapixeles, delantera de 1.3, eso dice al caja aunque mi cabeza en vez de reconocerlo como tal ya le asignó su propia etiqueta, peso muerto.

Un regalo de mi padre, un buen gesto ante mi aparente necesidad por comunicarme tanto yo como ellos conmigo... esa necesidad impuesta por un mundo globalizado donde si no tenes un celular, una cuenta en Facebook y otra en Twitter, al parecer, estás fuera del alcance del mundo. 
No voy a mentir, es mucho más cómodo ver videos de Youtube sin tener que estar en la rigidez de mi escritorio, tampoco pienso renegar a la posibilidad de capturar momentos con su cámara como aquellos ñoquis tan esplendidamente irregulares que pedían ser fotografiados... no, no me quiero quejar. Aunque quizás al releerlo suene a queja. 

Tuve un episodio de miedo, lo llamaron a mi padre diciéndole que estaba secuestrado por ellos, que me iban a mandar en pedazos en una caja a él de no darles dinero, el llamado secuestro express. Mi padre me rastreo y dio conmigo calmando su angustia. Le habían dicho "Tenemos a Andrés", sabían mi nombre y eso fue lo que me asustó, traté de atar cabos, de ver por donde se podía haber filtrado información para que unos "graciosos" supieran mi nombre y a quien llamar. Sin dar tantas vueltas, desactive mi cuenta Facebook avisando que dejaba el sitio, que cualquier cosa tenían mi mail, si arcaico como suene así me iban a contactar.

El primer mail que llegó fue mi madre, pidiéndome explicaciones, un porque a mis acciones el cual fue respondido a la brevedad y devuelto con una queja a la cual no le pude hacer frente ni pude ignorar. Era mi madre angustiada diciéndome que temía morirse sin conocerme realmente. 

Y así estamos, conectados... aunque más que conectados parecen ataduras que cada vez nos obligan más a tener una presencia on-line, a tener dispositivos como este que llevo en el bolsillo. Mi querido peso muerto aquel que va a despreocupar a medio mundo de mi paso por el mundo mientras que en mi cabeza cada vez es más fuerte la idea de escaparme, de irme al Sur, un hacha, una mochila y una mente inquieta deseosa de nuevos horizontes -idea la cual llevaba en silencio- un viaje donde prevalezca el silencio, donde ver la crueldad de la naturaleza y poner a prueba mi temple. 
Quizás solo reniego por llevar otra cadena al cuello siendo que este perro solo quiere correr y las cosas como estás solo me están retrasando.