miércoles, 21 de febrero de 2018

Siempre se vuelve al primer amor



Eso reza la famosa frase y hoy me encuentro dándole la razón, entendiéndola por primera vez, dándole sentido con estas incipientes palabras que abren esta entrada.

Mi amor no es una persona, bueno quizás, pero uno de mis primeros amores
junto a la cocina y a la lectura fue, por consiguiente, la escritura. El desarrollo, la prosa y el intento de hilar sentimientos con palabras, el volcar mi cabeza dentro de margenes bien definidos, una hoja A4 y lo que me suena a verdana con un tamaño de 8 puntos.

Me siento perdido y en estos días fue ver el marcador de mi navegador junto al de facebook, entre el de Youtube pero no tan lejos de mis carpetas llenas de música, bandas, libros e indicios para futuras investigaciones. Blogger, mi primer amor.

Laboralmente hablando tengo mi camino labrado, en el aspecto del estudio soy un brillante cocinero con ansias de lograr un premio a la excelencia dentro de la facultad en la que curso por el más alto promedio de todos los cursos, carajo si hasta quiero cursar nuevamente una materia para ponerles la vara aún más alta a todos los que osen siquiera seguirme.
Una mujer que me dice te quiero con unos dulces labios que no son más que el refugio en el que todo hombre quisiera descansar. Salud, jamás me faltó y el dinero comienza a correr junto al esfuerzo.

No sé porque al leerme enumerar todo esto continua esa sensación de no ver un horizonte fijo, el que tarde meses en enfocarme con un libro para finalmente terminarlo. Apuntes de The New Professional Chef en un cuadernillo contiguo a la computadora, El Error de Ser Argentino en la mochila, Chef Confessions de acá para allá, Huerta en la Escuela, Manual del Horticultor, Ma Cusine, La fisiología del gusto, El ABC de los Vinos, Cocina Española, Pura Cocina Italiana, Trocca Cocinero, Tierra de Fuegos, El Hacedor, Sin Rumbo (curioso) y algo de Quiroga haciendo un equilibrio macabro que desafía las leyes de la física sobre mi mesa de luz y aún cuando paso por alguna librería mi ser no puede contenerse con dejarse llevar por el frenesí consumista e irme con algo bajo el brazo cual frances con su baguette.
¿Será un problema de pertenencias? ¿Será la farsa que se hizo en los 90` con la dispersión de atención de la cual me diagnosticaron? ¿Será que la gastronomía es un pedazo más grande de lo que aún puedo morder? ¿Será una vida saturada de estímulos a la orden del día? ¿Será que aún no vivo en un lugar alejado de todo como siempre soñé? ¿Serán deseos incumplidos lo que me llevan a la sensación de no tener rumbo?

No lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé, no lo sé; lo que si sé es que terminaré aquel de Anthony Bourdain y que el viento guíe mi camino hacia el siguiente reto.