domingo, 27 de febrero de 2022

El Amor y la Gastronomía

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Pasó una semana desde San Valentín, en la ciudad ya no se ven ramos de rosas, en las pastelerías las tortas vuelven a tener forma circular dejando atrás los moldes de corazones y a diferencia de Navidad donde uno guarda el arbolito, el amor no cabe en una caja. El amor vuelve a lo simple, lo cotidiano y a lo que cada día se está perdiendo más producto de la vida que llevamos.

Acostumbrados a una inmediatez la vida moderna nos brinda una infinidad de apps para nuestros celulares donde pedir comida, sea rápida o gourmet, estará en nuestra puerta con solo tocar nuestras pantallas y por si esto fuese poco la Ciudad Autónoma de Buenos Aires esta atestada de restaurantes para satisfacer incluso los paladares más audaces lo que hace que el comer no tenga que ser un problema sino una decisión sobre cuál de todas nuestras opciones elegimos. Lamentablemente por las mismas razones cada día se cocina menos pese a tener a nuestra disposición una ingente cantidad de información de la mano de YouTube, libros o programas de televisión.

 Como gastronómico es ir en contra de los míos con estas declaraciones, pero como cocinero es entender que dar de comer puede ser un acto de amor tan grande como los arreglos florales que hemos visto circular, es una entrega absoluta de nuestro tiempo y nuestra atención a las pequeñas cosas que pueden conllevar el  compartir con la persona que amas un plato de comida sin siquiera ser su favorito, sino el pensar para otra persona que ingredientes le disgustan o cuales son de su agrado. El cocinar es dar amor de la forma más básica, desde nuestras madres cuando éramos bebés, hasta nuestras abuelas dándonos esas comidas tradicionales con horas y horas de cocción para que toda la familia se pudiese reunir a compartir, pero cuando pensamos en nuestras parejas pese al amor que se tenga nos es más fácil pedir comida o salir.

Los invito a que se tomen el tiempo así como en San Valentín de pensar en la persona que tienen al lado, de sorprenderlos con algo nuevo, de darles el gusto, de poner una música agradable y dejarse llevar en la cocina, equivocarse también es parte y parte importante en aprender a cocinar esas recetas que el día de mañana pueden ser la tradición familiar en sus casas. Agarren la sartén por el mango y cocinen lo que les nazca de adentro, del hambre o del corazón y al dar amor con sus platos recuerden siempre que ¡El que cocina no lava!