jueves, 7 de agosto de 2014

La Orquesta Natural




No era una linda tarde, debo admitirlo. Era de esas que las personas aborrecen y aún así a mi me encantan, me encontraba visitando a mi madre que, encantada de verme, decidió que pasara un tiempo más del planeado.
El viento soplaba fuerte afuera sacudiendo con fuerza la copa de los arboles generando ese característico bramido de la naturaleza, acompañado del crepitar de la leña quemándose en la chimenea y haciéndose un lugar en mi oído estaba el coro de ronquidos, los gigantescos perros que aún llamo cachorros y su madre; bueno... también mi madre durante sus respectivas siestas.

Al descubrir este blog, mi madre, comenzó a darme libros de escritores que buscan mejorar el estilo, la armonía, la invención y la locución de mis textos alentándome a que siguiese con este hobby. Pero esta vez tenía ella tenía preparado algo para mi, mi antigua maquina de escribir.
Con el pronostico climatológico anunciando lluvia decidí pasar mi tarde con ese antiguo artefacto que hace tiempo no tocaba. Tras luchar un poco para poner la hoja en su lugar puesto a que no recordaba demasiado los botones y palancas que debían accionarse para pasar la dichosa hoja sin romperse en el camino.
Pasada, prensada y con los margenes corregidos me dispuse a hacer lo que sé hacer... bueno o lo que creo saber hacer; quise escribir un texto corto para mostrarles a algunos amigos mediante una foto mi nuevo elemento.
Sin embargo, aún con ese clima ideal para la escritura y con mi mente divagando y eligiendo con que idiotez los pensaba sorprender a mis amigos, me sentía incomodo.
Sabía que la tinta no perdonaba y que cualquier error quedaría ahí plasmado para la posteridad y, el que las teclas necesitaran un leve empujón para que el mecanismo se pusiera en marcha, me ponía aún más nervioso. Con mi té, compañero de tardes, me senté tan solo a observarla en silencio hasta que decidí, literalmente "meter mano".
Me calmé recordando algo simple que a veces olvido, hacer las cosas para disfrutarlas, para ser feliz... incluso si eso conlleva errores; y en esa vorágine creativa me le acerque y comencé a sumarle un nuevo sonido a esa tarde; una música característica de aquella máquina y entre sus "clics", "clacs" y "trrrst" finalice mi pequeño texto y me quede pensando en eso último hasta ser interrumpido por un nuevo sonido, pantuflas acercándose y sin siquiera mirar para atrás me levanté y tome mi taza vacía.
Sabía que era mi madre, como sabía que también era la hora del té y hora de dejar mis divagues.




1 comentario:

  1. Cuando le dije a mi vieja que queria comprar una maquina de escribir se me cago de risa. "No gastes plata en boludeces"

    Hasta ahora gaste casi 5000 pesos en la computadora y lo que menos me pareceria una boludez seria una maquina de escribir

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